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viernes, 25 de septiembre de 2015

Control Denied – The Fragile Art of Existence (1999)

Tremendo putadón que me jodió el día fue esa noticia devastadora de que Bruce Dickinson, vocalista de Iron Maiden e ídolo para millones para cualquier que no sepa, padece de cáncer. Lo positivo –si es que se puede tomar algo positivo de esto- es que el tumor localizado debajo de su lengua fue detectado temprano y ya lleva siete semanas en un proceso de quimioterapia que está funcionando muy bien, según las noticias de La Doncella. Es bastante obvio que la banda de Harris ha pospuesto toda ocupación en este año en pos de la salud de Bruce. Desde aquí, los mejores deseos para el Air Raid Siren y a sus seres amados. Entonces comencé a pensar en tantas figuras que hemos perdido en nuestra música a causa de esa desdeñable enfermedad y dos quedan por encima de todos: la voz del Metal, Ronnie James Dio, y el gurú y patriarca absoluto del Death Metal, Charles Michael Schuldiner. O Chuck Schuldiner para los amigos.

La suya fue una carrera meteórica, magistral y siempre progresando para ascender con criterio y sapiencia hasta alcanzar un grado de maestría único en su clase. Desde sus comienzos imberbes y básicos con esos Mantas tan primigenios en 1.983, Schuldiner fue cultivando esa mezcla de brutalidad, morbosidad y lasciva que sería el Death Metal clásico hasta formar a ese grupo seminal llamado Death, que significaría el comienzo de un idilio musical que llevaría al joven de Florida en convertirse una leyenda de la música metalera como sus ídolos Steve Harris, Glenn Tipton o Kerry King. Debido a su fascinación por los grupos más extremos de la época como Slayer, Celtic Frost o Venom, el sonido de su debut, Scream Bloody Gore, sería el álbum “manual” para muchos grupos que entrarían ese cúmulo de salvajismo y locura sangrienta que era el Death Metal en sus comienzos. Luego, con los años de experiencia y lo consagrada de su figura, Chuck iría mejorando el sonido y técnica de la banda hasta convertirse en una de esas agrupaciones visionarias, innovadoras, influyentes y solitarias en el mundo del Metal. Death es Chuck; Chuck es Death. Todos los miembros que pasaron por ese grupo solo fueron instrumentistas que cumplieron con la labor de plasmar los conceptos de un genio como Evil Chuck. Para le eternidad quedarán los siete álbumes de Death con obras como Human, Individual Thought Patterns o The Sound of Perseverance como favoritas personales de un servidor. No tengo ningún temor decir que la discografía de este grupo no tiene ni un solo punto bajo, NI UNO SOLO.

En 1.999, justo antes de que el cáncer hiciera de las suyas para arrebatarnos a una de las figuras más grandes de la historia del Metal, nuestro protagonista dejaba descansar a su criatura luego de aquel legendario The Sound of Perseverance -que sería a posteriori un epitafio memorable- para dedicarse a un proyecto que había fundado un par de años atrás en otro sabático de su grupo principal: Control Denied. Luego de haber hecho el que muchos consideran el mejor trabajo de su carrera con sus Death, Symbolic, en 1.995, el líder de la banda decidió suspender al grupo por un tiempo para crear un proyecto donde pudiera explayar a sus anchas su amor por el Metal de corte más clásico. Fanático sin remedio de grupos clásicos como Iron Maiden, Judas Priest, Raven o Manowar, ya estaba un poco cansado de los estigmas y preceptos vocales del Death Metal por lo que quiso montar otra banda donde pudiera dejar fluir esa visión más melódica que tenía en mente. Luego de un par de maquetas en ese período, volvería con sus Death en 1.998 y volvería a la carga con su proyecto luego del trabajo previamente mencionado. La alineación de Control Denied contaría con los mismos músicos que tocaron la segunda guitarra y la batería en el The Sound of Perseverance -Shannon Hamm y Richard Christy, respectivamente-, además de la inclusión de un antiguo miembro de su otra banda, el infame Steve DiGiorgio, en el bajo y un vocalista poco conocido como Tim Aymar en las vocales. Chuck declararía por esa época que quiso trabajar con Warrell Dane de Nevermore en las vocales, pero no pudieron por problemas de ocupaciones.

Una máxima que impera siempre en estos proyectos paralelos es la siguiente pregunta: ¿Qué diferencias tiene este proyecto a la banda principal? Pues la primera, y tal vez la más importante, son las voces limpias de Aymar, que marca un gran contraste con los guturales y estruendosos chillidos de Schuldiner. Quienes estén esperando Death Metal ultra gore y brutal, pueden retirarse. Aquí predominan melodías atrapantes, riffs entrecortados, cambios de ritmo incesantes y harmonías vocales entre el propio Aymar y un Chuck que lo apoya en las voces de fondo. Debe ser el trabajo más técnico de la carrera de Schuldiner y les puedo asegurar que es también el más inaccesible puesto que luego de múltiples escuchas aún no se pueden atrapar todos los detalles. La crítica por parte de quien suscribe es que el toque más duro y pesado de los Death aquí se ha ido, por lo que no podemos disfrutar con algo de la intensidad a la que nos tiene acostumbrada este artista, aunque eso ya se había vislumbrado un poco con The Sound of Perseverance.


  1. Consumed
  2. Breaking The Broken
  3. Expect The Unexpected
  4. What If...?
  5. When The Link Becomes Missing
  6. Believe
  7. Cut Down
  8. The Fragile Art Of Existence


Line Up
Tim Aymar
Chuck Schuldiner
Shannon Hamm
Steve DiGiorgio
Richard Christy


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